martes, 24 de mayo de 2016

'Una vida en diez líneas de Word'

"Morir para vivir eternamente. Esa jugada con las que el destino premia a sus elegidos", así concluía Víctor Fernández Correas el martes pasado, 17 de mayo, su post de 'Una vida en diez líneas de Word'. Y efectivamente era Manolete. Enhorabuena a los que resolvisteis su reto. No estaba fácil. A continuación os enfrentáis a otra de sus originales descripciones:


Víctor Fernández Correas

Cordobés de pura cepa. De buena familia, estudió para ser algo en la vida. Aunque tuvo sus momentos como abogado le pudo la política, en la que hizo carrera. Y se hizo famoso por su elocuencia, por los argumentos que utilizaba y la manera de usarlos. Un lujo, y más comparado con lo que se estila en estos tiempos. Como era bueno -muy bueno- no le importó coquetear con el poder, lo que le reportó algún que otro disgusto. No por eso cesó en sus coqueteos con los que mandaban de verdad, de los que se alejó en cuanto vio que pintaba menos que la Tomasa en los títeres. Pero el que tuvo, retuvo, y al final se comió el marrón que otros tramaron a su espalda. Como aquello de unos crían la fama, etcétera. Y se largó con la conciencia tranquila y con ganas de apartarse, de verdad, de todo y de todos, que tampoco el mundo en el que vivía era muy de fiar. Por suerte quedó su legado, del que no hay día que nadie aprenda un poco. Que es mucho. El legado y lo que se aprende de él.

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