jueves, 26 de mayo de 2016

Cuando la literatura se convierte en carne viva...

Roberto Villar Blanco: 'Tus dos nombres'

La televisión española ha sido (y es) para guionistas una dura prueba más propia, en muchas ocasiones, de un cruel entrenamiento de marines. Sujetos además a dispares (y disparatados) directores de orquesta ora indefinidos ora indecisos con los índices de audiencia. La selección natural de esta gimkana ha fructificado en una buena colección de escritores y en bastantes ocasiones, de buenos novelistas. Por citar dos ejemplos conocidos pero distintos: Boris Izaguirre o Jorge Díaz. Quizás no tan popular sea este otro: Roberto Villar, que también ha tenido que limar la pluma en esas mismas fraguas. Juzguen ustedes mismos. Aquí tienen un fragmento de su novela: 'Tus dos nombres'.


"Llamaron a la puerta sin hablar. Sólo tronó la puerta como atizada por un badajo de nudillos desmesurados. Irene apretó a su hija encapsulándola contra los males del mundo, sabiendo a un tiempo lo vano de su acto. Sergio sonrió ante el sobresalto instintivo de su mujer. Salma se miraba en el espejo como preguntándose si esa niña era ella. Una tranquilidad neblinosa sobrevino al instante y el baño se iluminó con tres sonrisas excesivas. Por un momento, todos vivieron dentro de una pausa poética con el fondo de la lluvia bisbiseando sobre los techos de la ciudad".
                "Entonces Ramírez gritó, decretando otra naturaleza". 
                "Papá y mamá se miraron con ojos que nunca habían tenido, tal vez quiso decir algo que no pudo; la angustia le crispó los dedos. Sergio también apretó el envoltorio blanco. Salma se conmovió cuando sus padres supieron lo que había tras esa voz militar. Irene se quedó adherida a su hija mientras buscaba en las paredes del baño una ventana que nunca había estado allí. Los ojos de Sergio se llenaron de pánico acuoso mientras imponía a sus manos gestos que impusieran calma. Fue con tres golpes que violaron el hogar. El estrépito final de la puerta de entrada se impuso como una orden de silencio al llanto incipiente de Salma, ahogándolo, congelando su gesto en una mueca nueva". 
            "Sergio y su mujer se despidieron con una urgentísima mirada desesperada, que tal vez pudieran interpretar en el futuro y tal vez no. Literalmente, a ambos les temblaban las piernas".

Podéis escuchar a Roberto Villar leer un pasaje de 'Tus dos nombres' en este vídeo de Canal Libretería:

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